Como señala en su presentación Iris Miriam Ruiz Class, con este XVI Informe la FIO cumple nuevamente con su propósito de forjar convivencia social mediante el respeto a los derechos humanos y la dignidad de la persona. En esta ocasión se aborda la situación de la violencia de género, que ya raya en un crimen de lesa humanidad porque no existe un rincón del planeta, y de manera longitudinal a través de la historia, donde la mujer no haya sido víctima de violencia en cualquiera de sus modalidades.
La violencia de género es analizada como una violación de los derechos humanos cuyos efectos no se limitan al daño físico o psicológico, sino que trascienden hacia la salud pública, la educación y la estabilidad social. Aunque hay hombres que sufren violencia en sus relaciones con su pareja, son las mujeres las que sobrellevan el contundente flagelo de la violencia por parte de un esposo o compañero, así como de la violencia sexual independientemente de quien sea el agresor.
De los doce países con la tasa más alta de feminicidios, cinco son de América Latina. Solo superado por cifras en países en situaciones de conflicto armado o guerra, América Latina es el lugar más peligroso para las mujeres. Según la ONU, ocho de cada diez agresiones son perpetradas por parejas o exparejas de la víctima. El 23,1% dijo que su maltrato duró más de diez años y casi la mitad de ellas lo soportó entre uno y cinco años.
La gravedad de la situación exige al Ombudsman un deber mayor de proteger los derechos humanos de estas víctimas, y asistirles en todo esfuerzo que impida la impunidad del agresor, y ello siendo proactivo en concertar, ayudar, alentar y propiciar la construcción de políticas públicas que atiendan este mal de manera directa, afirmativa y concertada. Los Defensores del Pueblo son la voz de alerta para que el fracaso del sistema de justicia en responder de manera contundente contra este delito, sus causas y contra el agresor no genere una apatía colectiva de que estas muertes no importan y que la impunidad es una norma. El principal camino para acabar con la violencia de género es la prevención: comunicando, ocupando espacios públicos, denunciando el delito, promoviendo la justicia y la equidad, valorando la perspectiva de género y reeducando aspectos culturales y patriarcales.
El Informe, que puede verse como la evolución de la gestión iniciada con nuestro II Informe de Derechos de la Mujer, publicado en 2004, aborda la violencia de género de manera local, nacional y regional, con la amplia participación de las Defensorías, como frente moral de denuncia, respuesta y acción. Este nuevo Informe es un mapa de ruta para gestar la protección que merecen las víctimas.