La Revolución de Mayo de 1810 fue un primer paso en la larga lucha por la emancipación de los pueblos de Sudamérica. En la historia de nuestro país, este Cabildo Abierto del que resulta la Primera Junta de Gobierno Nacional, constituye un acervo de principios cuyo desarrollo, más de 200 años después, nos encuentra hoy construyendo una Patria que sea verdaderamente libre y soberana.
Este 25 de mayo, la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, un instrumento de la democracia, saluda al pueblo argentino y latinoamericano, que ha asumido el desafío de unirse en favor de la conquista de los derechos postergados; unión que ya ha dado frutos de inestimable valor en lo que a la igualdad y la inclusión se refiere. En Argentina nos ha tocado vivir tiempos difíciles, en los cuales los sectores más vulnerables de nuestra sociedad han visto avasallados sus derechos más básicos: el derecho a la vida, a la libertad de pensamiento y expresión, a la educación y a la salud, por mencionar sólo algunos. El peso de los discursos de las naciones ricas y dominantes, descargado sobre nuestros sistemas políticos, nos sumió en periodos de oscuridad y confusión, en los que aquellos principios que impulsaron a los revolucionarios de 1810 parecieron olvidados en favor de la complacencia con los poderosos.
Sin embargo, con el triunfo que significó volver a ser un Estado democrático, en un proceso que involucró a las naciones hermanas de América Latina, hemos empezado a reconstruir una identidad que recupera los anhelos de nuestros patriotas. Entendiendo las particularidades de los países sudamericanos, tan ricos y diversos en culturas, costumbres e ideas, se emprendió un recorrido de creación de marcos normativos que contemplen y potencien estas especificidades. Las democracias del siglo XXI plantean nuevos y ambiciosos desafíos para nuestros gobiernos y sociedades. Tenemos la oportunidad histórica de sellar verdaderamente la emancipación política y económica que nos permita posicionarnos como actores de importancia a nivel mundial, priorizando la salud y las necesidades de nuestros habitantes para que puedan acceder plenamente a la educación y el trabajo, pilares fundamentales de la vida democrática y del igualitario acceso a la misma.
Desde la Defensoría del Pueblo, intentamos contribuir cotidianamente a este proceso político. No sólo en la provincia de Buenos Aires, con las tareas desplegadas en nuestro carácter de Institución que promueve, difunde y defiende los derechos de todos y todas, sino también a nivel regional, construyendo junto a otras Defensorías del Pueblo de Sudamérica, instituciones que garanticen, en primer lugar, la igualdad y el pleno ejercicio de derechos.
La lucha contra la trata de personas, el reconocimiento de la migración como un derecho universal e inalienable, la creación del Observatorio de Derechos Humanos de las Defensorías de Sudamérica, la denuncia permanente de la violencia de género, la protección primaria y fundamental de los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, son algunas de las aristas de trabajo que nos impone la realidad actual. Avanzar en la consolidación de las democracias en el plano social y cultural y no meramente jurídico es, a nuestro entender, la mejor forma de hacer nuestros los ideales de la Revolución de Mayo y así constituirnos finalmente como una sociedad verdaderamente justa e igualitaria.
FUENTE: Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires