PANAMÁ: La Defensoría del Pueblo en el Día Internacional de la Mujer

La celebración del 8 de marzo se enmarca en las luchas que desde 1909 emprendieron las mujeres organizadas por la exigencia de sus derechos, a votar, a ocupar cargos públicos, a la formación profesional, pero de manera especial a mayores y mejores condiciones laborales.

Es cierto que hoy podemos sentirnos orgullosas, porque esos ideales en los que creyeron y por los cuales lucharon nuestras predecesoras, unas conocidas y otras que se encuentran en el anonimato, silenciadas por el sistema patriarcal; están consignados en diversas normativas nacionales e internacionales; pero aún hace falta, en honor a esas mujeres y a las que luchan en la actualidad, continuar exigiendo que los derechos humanos de las mujeres se materialicen en condiciones de vida dignas, lejos de la discriminación y violencia.

En Panamá, gracias a mujeres pioneras como Clara González, Marta Matamoros, Esther Neira de Calvo, podemos elegir y ser elegidas, pero en la actualidad son pocos los cargos de elección popular ocupados por mujeres; en el plano profesional, las mujeres están accediendo cada vez más a la educación superior, pero económicamente continúan rezagadas, recibiendo menor salario que los hombres por el mismo trabajo u ocupando en mayor medida plazas de empleo informal, sin derecho a prestaciones económicas ni seguridad social.

Esto sin mencionar a las mujeres trabajadoras del hogar que son el sustento invisible de sus familias; las mujeres del campo, las mujeres indígenas, que trabajan en condiciones precarias y de subsistencia. Otro obstáculo que superar es en el ámbito de los derechos sexuales y de la salud reproductiva, que inicia por el reconocimiento del derecho que tienen las mujeres sobre sus cuerpos y a tomar decisiones libres e informadas.

Las mujeres se constituyen en un grupo poblacional sumamente vulnerable frente a la pandemia del VIH, debido a condiciones estructurales de subordinación frente al hombre, que dificulta e incluso impide la soberanía sobre sus decisiones; y la erradicación de la violencia continúa siendo una de las tareas más imperantes.

No podemos desmayar, es deber de todas las personas, hombres y mujeres, continuar caminando con la certeza que el respeto de los derechos de las mujeres, es el reconocimiento de la necesidad de una sociedad más justa, equitativa, igualitaria y pacífica, donde cada mujer, sin distinción de edad, etnia, discapacidad, pueda vivir con plena autonomía.

 

FUENTE: Defensoría del Pueblo de la República de Panamá