La campaña, diseñada para lograr una fácil comprensión sin importar la edad del internauta, pero destinada al público más joven, señala los derechos, las obligaciones y las acciones que los usuarios de las redes sociales deben evitar a toda costa, como publicar datos personales o compartr fotos que «después no nos gustaría que otras personas vieran».
Según pasa el tiempo, las redes sociales parecen más naturales como forma de comunicación. Facebook, Twitter, Instagram… Una maraña que puede resultar confusa para las generaciones nacidas antes de los noventa pero que se antojan tan sencillas y comprensibles como el teléfono para los más jóvenes. Las redes sociales ya no es un medio de comunicación para los niños y adolescentes: es una parte más de su vida.
Nacidas de internet, estos nuevas comunidades virtuales han heredado de la red de redes la sensación de ausencia de normas y permisividad. Sin embargo, junto a todas las ventajas que suponen, si no se usan de manera responsable, también entrañan sus riesgos. Precisamente eso es lo que ha querido mostrar la Comisión de Derechos Humanos de México, que preside el Dr. Raúl Plascencia Villanueva.
Lejos de difundir una idea apocalíptca, el Organismo Autónomo del Ombudsman ha lanzado una campaña a nivel nacional para mostrar que lo fundamental es acceder a estas Redes Sociales con los mismos principios que se acudiría a cualquier otro lugar: con la conciencia de que existen unos derechos, unas obligaciones, unas cosas que se pueden hacer y otras que es mejor evitar a toda costa. Un mensaje claro para los principales usuarios de estos servicios, también los más vulnerables: los niños y los adolescentes
Entre los derechos, se encuentra, por ejemplo, que la información publicada por los usuarios no sea difundida sin consentimientos de los mismo, a que «mi familia confíe en mi», a utilizar internet para ampliar el conocimiento o a recibir ayuda de las personas «en las que más confío».
Entre los deberes y obligaciones, aparece no buscar ni hacer contacto «con personas que no conozco», tener respeto «hacia mi y a otras personas que usan la red», no dar datos personales a extraños o mantener siempre la confianza de «mis padres».
Pero seguramente el aspecto de «lo que no puedo hacer» sea el más interesante. Es el resumen de aquellos hábitos que derivan en posteriores problemas para el joven internauta: acceder a páginas de adutos, publicar datos personales como la dirección o el teléfono, hacerse pasar por otra persona, quedar a solas con alguien a quien solo se conoce virtualmente, compartir fotos que «no nos gustaría que otras personas vean. O la primera y quizás más importante: hacerme «amigo» o «amiga» de cualquier persona en las redes sociales.
No obstante, la Comsión Nacional de Derechos Humanos también ha querido mostrar la otra cara de la moneda y enseñar los usos provechoso, nada desdeñables, que se pueden dar a internet: conocer gente o rmejorar relaciones con los amigos, ampliar los conocimientos, conseguir datos e información para tareas, jugar solo o con amigos, comunicarse con familiares o tener una página.
Se trata, al fin y al cabo, de una guia en formato reducido. Y como toda guía, incluso las de las ciudades, no pretende evitar que viajen los turistas: sino advertirles de que lugares pueden ser peligrosos.
La labor de los padres
La campaña lanzada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México no olvida que los padres juega un papel crucial en la interacción que el menor realice con las redes sociales. Pero lejos de proponer una actitud cohercitivia de los progenitores, basada en el castigo o en prohibir al niño y al adolescente que acceda a internet, el Organismo autónomo sugiere que el padre o la madre tengan confianza, pero sin declinar su responsabilidad como educadores.
Por eso, también apuntan algunos consejos para ellos. El primero de ellos es quizás el más difícil: hablar con los hijos sobre sus «inquietudes, dudas o preferencias en internet». Pero además de esta tarea les indica que sería conveniente «navegar por los sitios» que visitan los hijos, conocer y utilizar los flitros de control parental, tratar de manera clara e informada cuestiones como el ciberacoso y el bullying y establecer regas claras sobre el uso de internet y tecnología.
No obstante, no se trata de transformar este medio de comunicación en un territorio prohibitivo. Al contrario, la CNDH también remarca los aspectos positivos de las redes para el desarrollo del menor, como difundir los derechos humanos o crear nuevas conexiones que enriquezcan en «plurarlidad, integración, igualdad» y ausencia de discriminación.
Pero sobre todo proporciona una pista de la forma en que un padre puede acercarse a su hijo en estos temas: para aprender sobre nuevas tecnologías.
Puede descargar el folleto de la campaña Pulsando AQUI