- Recomienda no dejar impune todas aquellas consecuencias postelectorales de violencia que trajeron consigo violaciones de derechos humanos.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Roberto Herrera Cáceres, aseguró hoy que el país está en una situación, en la cual el diálogo es insustituible y es una necesidad de interés nacional que no puede quedar en manos de unos pocos.
El Defensor del Pueblo recomendó, al liderazgo político, actuar responsablemente como representantes de todas aquellas personas que quieren acceder al ejercicio del poder público y ponerse al servicio del pueblo que exige respuestas a la problemática económica, social, cultural y política, en que vive.
“Estamos en una situación en la cual, el diálogo es insustituible y es una necesidad de interés nacional, que no puede quedar en manos de unos pocos”, sostuvo.
Indicó que Honduras necesita ser una democracia participativa, inclusiva y al servicio del ser humano.
Explicó que, en un diálogo, es importante cómo resolver los problemas apremiantes que están viviendo los hondureños para que el poder público esté al servicio de la población.
También es importante hablar sobre aspectos electorales, sobre cómo poner el poder público al servicio de los habitantes.
Expresó que dada la coyuntura que vive el país, se debe tener en cuenta todo lo que aconteció en el proceso electoral y ver esas consecuencias postelectorales de violencia que trajeron consigo violaciones de derechos humanos, que habrá que atender, que habrá que reparar y no dejar en la impunidad.
En lo que respecta a la participación de otros partidos políticos y sectores, es del criterio que la democracia es el gobierno de las mayorías con el respeto a las minorías.
Explicó que el mundo demuestra, en su evolución, que hay muchas minorías que terminan siendo las mayorías y mayorías que luego se convierten en minorías.
“Todos tenemos que respetarnos y tener iguales derechos para manifestarnos”, declaró.
Argumentó que, en una democracia participativa, inclusiva y pluralista se requiere la participación de todos las representaciones políticas y sociales, en un momento en que el diálogo quiere ser verdaderamente efectivo, real y con un efecto sobre los aspectos fundamentales en la vida, de la sociedad y del Estado