Por iniciativa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el 28 de abril se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, ofreciendo la posibilidad de analizar cómo se puede hacer realidad el trabajo decente a través de la mejoría de las condiciones laborales y convertir el lugar de trabajo en un sitio seguro y saludable en sus áreas de actuación.
Lamentablemente, aun cuando la OIT impulsa tácticas de reflexión y mejoramiento de las condiciones de trabajo, en el mundo abunda la precariedad laboral, que afecta principalmente a las mujeres y a la juventud, y en algunas regiones más que en otras.
Esta precariedad se refleja en la temporalidad de los contratos de trabajo, en la retribución salarial que muchas veces resulta insuficiente para cubrir las necesidades mínimas vitales, en las largas y extenuantes jornadas laborales, la falta de cobertura de salud, etc.
Además de estas condiciones de trabajo, a las mujeres se les suma el acoso sexual, el despido ante embarazos, la desigualdad de salario con respecto a los hombres y la doble jornada que ocasiona el trabajo doméstico y el cuidado de la familia.
Por ello debemos seguir impulsando políticas integrales de mejoramiento de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo, tanto para hombres como para mujeres, tendiendo puentes que generen la igualdad real de oportunidades y de trato en el mundo laboral.
