En 1910, durante la “Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas” reunida en Copenhagen, Clara Zetkin, una reconocida representante del partido socialista alemán, propuso la creación de un día internacional de la mujer. La propuesta fue aprobada por aclamación y se dispuso que ese día tuviera por objetivo impulsar el movimiento de defensa de los derechos laborales, políticos, sociales, culturales y económicos de las mujeres.
La determinación de la fecha tenía la intención de resignificar aquel 8 de marzo de 1857 en que las mujeres trabajadoras de la industria textil de la ciudad de Nueva York, reclamando mejores condiciones laborales, fueron reprimidas ferozmente por la policía local.
En el año 1975, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, y desde entonces esta fecha se celebra en todo el mundo no solo para homenajear a quienes fueron las pioneras de las demandas por la igualdad de derechos entre varones y mujeres, sino para reflexionar y evaluar las deudas que en la materia continúan pendientes.
Si bien en las últimas décadas se han logrado importantes avances, gracias a la incorporación de legislación específica y de medidas de acción positiva para garantizar la igualdad real de oportunidades y de trato, aún hoy siguen existiendo desigualdades, discriminaciones y conductas violentas contra las mujeres que impiden avanzar en el desarrollo y la paz, y que limitan el goce y el ejercicio pleno de sus derechos, por lo que se requiere del esfuerzo colectivo para su erradicación.
Tal es la situación, que estamos en condiciones de afirmar que todavía no existe ningún país en el mundo donde las mujeres gocen de iguales derechos y oportunidades que los hombres. La realidad permite comprobar que en muchas áreas, la paridad y la igualdad son todavía una mera aspiración de nuestras sociedades democráticas.
Aún hoy, hay cientos de miles de mujeres víctimas de la trata y el tráfico humano; trabajadoras que perciben por idénticas tareas salarios inferiores que los que ganan los varones; mujeres con baja participación en los altos cargos donde se toman las decisiones importantes. La violencia con sesgo de género crece día a día y arroja cifras alarmantes de mujeres muertas producto de la violencia ejercida contra ellas, esa violencia se agrava y se potencia en las migrantes y refugiadas, y en situaciones de conflictos armados. La mayoría de los analfabetos en el mundo son mujeres y son también ellas, la mitad de la población del planeta, las que reciben menos raciones de alimentos, menos atención médica y menos medicamentos.
La institución del Ombudsman, en tanto institución de derechos y garantías, y cumpliendo con su misión de preservar, promover y proteger el respeto por los derechos humanos, realiza acciones tendientes a proteger y promover los derechos de las mujeres, impulsando su desarrollo individual y social, a través -entre otras cosas- del acceso a la información pública como derecho ciudadano y como paso previo para acceder a la Justicia.
Conscientes que el acceso a la Justicia comienza por el conocimiento de los derechos y de las leyes, y que éstas son un instrumento para superar las discriminaciones, las Oficinas del Ombudsman han creado mecanismos y recursos para que las mujeres accedan al ejercicio pleno de sus derechos, ampliando su ciudadanía y contribuyendo a la construcción de relaciones más igualitarias, solidarias y respetuosas de los derechos humanos.
Nos unimos a las celebraciones mundiales en ocasión de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer e instamos a seguir trabajando en la promoción de prácticas más incluyentes y representativas para lograr una mayor participación de las mujeres en la vida política y social, y en la eliminación de todas las formas de discriminación existentes para el logro de la igualdad real de oportunidades y de trato.
Lic. Gabriela Moffson
Coordinadora de la Red de Defensorías de Mujeres – Región Cono Sur
Federación Iberoamericana de Ombudsman