Documento que sustenta defensa fue entregado a la mesa de partes de la Corte Superior de Justicia de Lima. La Defensoría del Pueblo presentó una Acción de Amparo, recurso a través del cual se solicita al Estado peruano –por primera vez- reconocer el derecho de la ciudadana Ana Estrada a una muerte en condiciones dignas. Como sabemos, ella padece de polimiositis, una enfermedad incurable y degenerativa que deteriora progresivamente sus capacidades motoras paralizándole casi todos los músculos del cuerpo.
El documento legal fue presentado ante la mesa de partes de la Corte Superior de Justicia de Lima. “El compromiso asumido ante los tribunales nacionales responde a nuestro rol de garante y promotor de los derechos fundamentales para que se respete y garantice la voluntad libre e informada de una persona de decidir el cese de su vida, cuando ante ciertas condiciones, como es este caso, se afecta grave e irreversiblemente su dignidad humana”, ha señalado el Defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez Camacho al resaltar la trascendencia de la medida.
En el Perú, el acto de poner fin a la vida de una persona que así lo solicita de manera expresa y consciente por dolores intolerables que padece, producto de una enfermedad incurable, constituye un delito tipificado en el Código Penal, bajo el nombre de homicidio piadoso (artículo 112 del Código Penal), con una pena de hasta 3 años de cárcel. Esto impide que exista un marco normativo que permita al Estado garantizar el acceso al derecho a la muerte en condiciones dignas frente a pedidos como el de Ana Estrada.
El Tribunal Constitucional (TC), por su parte, ha reconocido y desarrollado derechos fundamentales íntimamente vinculados con el derecho a la muerte en condiciones dignas. Entre ellos el derecho a la dignidad, a la integridad, a la vida digna y al libre desarrollo de la personalidad. Una interpretación en favor de la persona hace inevitable concluir que el Estado debe reconocer, proteger y garantizar el derecho de las personas aquejadas de dolencias y sufrimientos por una enfermedad, de acceder a una muerte en condiciones dignas.
En su momento, el Defensor del Pueblo también ha recordado que el Perú se encuentra vinculado a tratados internacionales que le obligan a respetar, proteger y garantizar los mencionados derechos, e igualmente, regulan el derecho de las personas de no ser sometido a tortura ni sufrir tratos crueles e inhumanos.
Ana Estrada (43) padece de esta enfermedad desde que tenía 12 años. Aun así pudo estudiar Psicología y trabajar hasta que esta condición le quitó esas posibilidades y hoy apenas puede moverse, pues se encuentra en un estado de dependencia muy alta, con 20 horas al día postrada en cama. Desde hace un año, se ha convertido en activista de su propia causa, y desde su blog titulado “Ana Busca La Muerte Digna” escribe, con el dedo índice, sobre la necesidad de crear consciencia respecto al derecho que reclama.
Ella pasa la mayor parte de su vida en su habitación, adscrita a un programa llamado ‘Clínica en Casa’, que le ha permitido trasladar todos los equipos y el personal médico de la UCI a su hogar. Ana es hoy una persona dependiente para la mayor parte de sus actividades diarias (aseo personal, necesidades fisiológicas, alimentación), y requiere la ayuda de terceros para trasladarse.
Por esos motivos, es altamente probable que en un futuro aumente la necesidad de ayuda de terceros para satisfacer sus necesidades básicas, teniendo además, una alta probabilidad de desarrollar infecciones respiratorias. El deterioro de su salud, sumado a las intervenciones médicas, constituyen para ella una fuente de sufrimiento físico y psicológico que aumentará en el tiempo. Por ello, Ana Estrada desea tener la libertad de decidir cuando la prolongación de su vida dejará de ser compatible con su idea de dignidad, para así poder poner fin a sus dolores a través del procedimiento médico de la eutanasia, practicada por profesionales médicos.
“…les diré de mi deseo de morir porque llevo 3 años investigando, preguntando, contactando, elucubrando mil formas de hallar la muerte sin que mi familia salga perjudicada. Y hasta he tratado de ahorrar (ingenuamente) para ir a Suiza. Pues bien, me cansé y decido que lo último que me queda por hacer es contarles de mi historia y mi lucha y así encontrar apoyo no solo de los que me conocen sino también de cualquiera que crea en el derecho a la libertad. Creo que no hay mayor gesto de amor que el de ayudar y apoyar a un ser amado a hallar su muerte y ponerle fin al sufrimiento. Es una decisión que tomé el día que volví a UCI por segunda vez por una recaída con neumonía”, escribió en su blog, Ana Estrada.